-->

jueves, 12 de mayo de 2005

NOS VAMOS A BUJANDA

2 comentarios:

  1. PA QUE OS ENTEREIS!

    San Fausto Labrador
    cuyo incorrupto cuerpo se venera en el pueblo de Bujanda, Hermandad de Campezo en la M.N. y M.L. provincia de Álava, particular protector de la fecundidad de los matrimonios y fiel custodio de los campos y frutos...

    así comienza la crónica del historiador alavés del siglo XVIII, Joaquin Joseph Landazuri y Romarate.

    Desde que llegué a Bujanda me fascina el misterio que rodea la figura de este santo. Los hagiógrafos, como el propio Landazuri, lo datan en el siglo VII, medio siglo antes de que árabes y bereberes, recién islamizados, comenzaran la conquista de la península en 711.

    Hay que decir esto porque, de ser cierto, significaría que el sepulcro santo pasó inadvertido a las numerosas aceifas que se adentraron en Álava durante los siglos VIII y IX, en particular a la de Abderramán II, que lo hizo por la cuenca del Ega.

    Por otro lado, según las crónicas, San Fausto dedicó una parte importante de su vida a predicar en tierras sarracenas. Esto sería más propio de siglos posteriores, cuando la conciencia de "cruzada" se extendió con vigor por toda Europa (a partir de los siglos XII y XIII).

    Existen otros anacronismos y, sin embargo, el nombre "Fausto" (afortunado, próspero), tan latino, parece confirmar una cronología temprana. Tal vez fuera contemporáneo de otros santos de época visigótica, como San Braulio (obispo de Zaragoza, † 651), San Prudencio (720, obispo de Tarazona), San Formerio...

    Durante la Alta Edad Media se habían creado en esta zona de Álava, al igual que en otras zonas cercanas de La Rioja, Burgos y sur de Cantabria, pequeñas comunidades cristianas repartidas por diversos eremitorios rupestres, como el más cercano de San Román o Markinez, o los de Faido y Laño, en Treviño, y el más influyente de San Millán de la Cogolla. Quizá alguno de estos ermitaños fuera descendiente de los últimos colonos hispanoromanos de Antoñana, Angostina o Quintana. Pero lo más probable es que, como San Millán, provinieran de comunidades más asentadas al sur de Codés.

    Los siglos V y VI fueron tiempos de severa precariedad. El reino visigodo de Toledo ejerció poca influencia en esta zona, dominada por las bagaudes, facciones de campesinos empobrecidos que se dedicaban al saqueo de las zonas más ricas del valle del Ebro. Leovigildo (568-586) realizó una serie de campañas de sometimiento.

    Es en este siglo VI cuando San Millán fundó su cenobio de La Rioja, con el fin de afianzar la evangelización de las tierras paganas circundantes. El limes visigodo estaba establecido al sur de Codés, por toda la sierra de Cantabria, enlazando con los montes Obaranes. Calahorra, en la desembocadura del Ega con el Ebro, era entonces un núcleo fronterizo importante.

    ¿Fue tal vez San Fausto un eremita heredero de San Millán poblador de un cenobio rupestre en Bujanda? ¿Salió su caballería realmente de Alguaire, en Lérida, rumbo noroeste recorriendo todo el valle del Ebro hasta Cahahorra para adentrarse por Estella en el curso alto del Ega, en pleno siglo VII?

    Parece más verosímil que la remontada ecuestre del cuerpo sin vida fuera en fecha muy posterior, hacia el siglo XII o XIII. En esta parte de la Baja Edad Media irrumpe con furor en Europa el tráfico de reliquias, por sus efectos milagrosos, que servían además de talismán contra el infiel (¡cuántas reliquias de la Santa Cruz rescatadas de Jerusalem se distribuyeron por aquellos años!).

    Hasta bien entrado el siglo XII el Ebro se mantuvo como una estratégica marca del Islam. Hay que tener en cuenta que Alfonso I el Batallador no consiguió conquistar Tudela, Tarazona y Zaragoza hasta 1118. Las leyendas de santos peregrinos adquirieron un importante efecto propagandístico y se prodigaron por doquier. La leyenda de San Fausto, predicador en tierras sarracenas y peregrino póstumo, es similar a otras muchas (San Ramón Nonato). Quizá sea de esta época la reliquia que se venera en Bujanda.

    ¿Con cuál de los dos Faustos nos quedamos? ¿Con el hispanorromano del siglo VII o con el cruzado del siglo XII? No hay por qué elegir. Yo me quedo con ambos, porque ambos pueden ser compatibles. El primero, como uno más de los primeros santos peninsulares que permaneció en la memoria popular hasta que, siglos más tarde, al socaire de lo que sucediera con el Apostol Santo y otros (San Narciso, etc.), se descubriera, en un remoto y escondido lugar de la montaña alavesa, el segundo San Fausto, en la forma de una reliquia incorrupta.

    por Joseba Abaitua. Dirección de contacto: abaitua@fil.deusto.es

    ResponderEliminar
  2. Por estos montes se fueron adentrando las huestes del temeroso ejército y, a medida que avanzaban, la oscuridad se iba apoderando de su alma, hasta que la perdieron definitivamente. Yo pude ver el brillo de tus ojos al llegar, ya de día, y supe que el año que viene volverías, sin alma o con ella, a adentrarte en los mismos montes.

    ResponderEliminar

IR CABECERA