Hoy tengo fiesta. Una fiesta relativa, por supuesto, como nos suele pasar a nosotras (menos a pochanca, claro, que no se definiría como una de las nuestras). Se supone que debo dedicar mi día de fiesta a avanzar en mis estudios personales, pero además, tenía que aprovechar para llevar al peque a la revisión de la otitis, poner lavadoras, dejar la casa mas o menos ordenada (el lavavajllas quitado y preparado de nuevo, las camas, los juguetes en su sitio, los abrigos, los papeles que siempre se quedan por las mesas esperando volver a despertar el interés que alguien consideró en su día que tenían, los zapatos metidos en el zapatero y no puestos en el suelo, la ropa seca más o menos ordenada y la ya planchada colocada en su sitio). La ropa tiene un sitio, aunque cada cierto tiempo te lo cambie, en general suele tener un sitio. También, he tenido que contestar unos cuantos mensajes urgentes del trabajo de aquellos que no se habían enterado de que yo hoy tenía fiesta y, ya que iba a la farmacia, aprovechar para reponer aquellas cosas que no llevan receta pero que es necesario tener en una casa: entre ellas, el rinomer, el cacao y la pasta de dientes especial que se usa en esta casa (las aspirinas te las compras tú que yo no necesito aspirinas).
Pues bien, despues de sentirme satisfecha con mis compras en la farmacia, he dicho: me compro el períodico y me tomo un café de bar como dios manda, leyendo el periódico, como si fuera una señora más de esas que veo irse a pasear en primavera cuando yo voy camino del trabajo (seguro que han dejado la comida ya hecha, seguro que han sabido organizarse desde pequeñas).
Y me he encontrado con la sorpresa: a Elviro Lindo le dan un premio. Y en la noticia están algunas frases suyas y otras de Rosa Regás. Son dos mujeres imprescindibles para no enloquecer, al menos para mi, que soy así de exagerada (hay más, pero no aparecían en esta noticia).
El libro de Elvira Lindo, Una palabra tuya, no podemos leerlo todavía porque tardará unos días en aparecer en las librerias, pero lo leeremos.
Y siempre recuerdo aquella noche en que Naiara tenía que leer un libro del cole, cuando todavia Manolito Gafotas no era conocido y yo me dispuse a leer con ella con la sana intención de trasmitirme mi gusto por la lectura, pero con la seguridad de que tendría que exagerar y fingir porque, a fin de cuentas, se trataba de literatura para ella. Naira todavía me recuerda la risa que me iba dándo a medida que leía. Una risa imposible de fingir. Sin querer, sin saberlo ni sospecharlo, algo conseguí trasmitirle de porqué hay libros que merece al pena leer. Yo misma le regalé todo lo que encontré de Manolito (antes de que se hiciera tan famoso) por el simple placer de leerlo, y de leerlo con ella que era quien me lo había descubierto. Y le agradecí mil veces a esa señorita que le había puesto leer ese texto como deber.
Bueno, pues Elvira Lindo está ahi, con sus personajes femeninos y sus frases, su miedo y su valentía, un alegrón para todas.
“Cuando escribí la serie Manolito Gafotas, me dijeron que si no tenía miedo a encasillarme. Cuando escribí guiones, me dijeron que si no tenía miedo a meterme en un terreno que no era el mío. Cuando escribí para EL PAÍS los artículos de Tinto de verano, me dijeron que si no tenía miedo a que me despreciaran los intelectuales o a que me dejara mi marido. Yo siempre respondía, ¿por qué voy a tener miedo?. Soy fuerte y puedo imponer lo que quiero hacer. Pero mentía, Siempre tengo miedo. Creo que soy cobarde y valiente a la vez, y he aprendido a vivir con mis contradicciones”.
... pero ... jaja de no me lo creo, jaja de que risa me doy o jaja de que nervios se me ponen?. Un poquito más de extensión en sus comentarios, por favor, que nos van a cobrar lo mismo ;-)
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