SAN FAUSTO.—Santo catalán, natural de Alguaire, que a su muerte fue colocado sobre una
mula que tras largo caminar llegó hasta Bujanda y allí murió. En el lugar en que esto sucedió
se construyó un templo y en él se venera el cuerpo incorrupto del Santo, que recibe la con-
tinua visita de numerosas villas y aldeas de la Montaña, de la que forma parte Bujanda, así
como de la Rioja alavesa.
San Fausto era tenido como protector de montes y cultivos. En la visita que la autori-
dad eclesiástica realiza el año 1614 a la parroquia de Bujanda, concede permiso para que se
abra el arca donde está enterrado el bendito cuerpo, en las tempestades de nublados que
suelen suceder, para evitar, por su intercesión, un fatal resultado.
En Antoñana, un año que llovía mucho y no maduraba la mies, llevaron a San Fausto un
manojo de espigas de trigo todavía verde y enseguida hizo buen tiempo.
Para no hacer interminable esta narración, únicamente citaremos la siguiente partida
que encontramos en la «Ordenanza de Montes de Yzqui», común a ocho pueblos; es del año
1747 y su texto es como sigue: «...quando se trajo la reliquia del glorioso San Fausto por la
hepidemia del cuquillo o gardama que se crió en los árboles de este monte de Izqui. Prime-
ramente tubo cada Villa y Lugar a quarenta y ocho rs. de escote. Y más se le dio un escudo
al cruzero. Más duzientos reales que se le dio de limosna al Santo. Más beinte reales que cos-
tó la Lizencia del señor Probisor para sacar la santa Reliquia de su Santa Casa, más ochen-
ta y tres reales que se gastó de zera en su acompañamiento».
No obstante lo antedicho el mayor amparo que piden a San Fausto es solicitado por los
matrimonios estériles, según veremos en las notas que a continuación detallamos:
En Apellániz vivía uno de estos matrimonios que a los siete años de casados todavía
no tenían sucesión. Ofrecieron una carga de trigo al Santo y con la natural alegría se vieron
complacidos en su petición. Al cabo del tiempo enfermó el hijo y, entonces, recordaron que
no habían cumplido la promesa; llevaron el trigo a San Fausto y, al momento, sanó el moce-
te. (Contado por Francisca Delgado, de Apellániz). 572 G. LOPEZ DE GUEREÑU (10)
La voz pública nos dice que un guardia civil destacado en una villa riojana, ofreció
cierta cantidad si lograba la dicha de tener un heredero, y al creerlo ya logrado solamente
entregó la mitad de lo prometido, y el hijo se quedó también en la mitad.
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