
Este fin de semana todavía quedaban en la Plaza andamios de la obra de la Iglesia. Lo que ya no quedaba era un tejadillo pequeño que se veía desde mi ventana. Y también habían quedado medio tapadas (como ahogadas) las ventanas (vidrieras) que dan a la Plaza, como si el tejado, tras años y años de insignificancia, se estuviera cobrando todo el protagonismo que se merecía. Lo que pasa es que nosotros, los tejados nos perdonen, somos más de piedras y esto de restaurar injusticias que ya no veíamos, nos parece una modernez de los tiempos de la abundancia. Las tejas muy bonitas, eso sí, y el alero de madera también estupendo, pero ¿era necesario cargarse tanto trozo de fachada? Os dejamos la foto para que comparéis. Si vais a
una foto ya antigua (que también pusimos por aquí) podréis ver las diferencias. Personalmente pienso que el arquitecto, o los técnicos encargados de aprobar la obra, no han estado a la altura. Ellos, y los tejados quizá, sabrán porqué.