Yo recuerdo una anécdota de mi madre que con el tiempo me hace quererla más y más, lo que pasa es que me pongo a contarla y me sale superlarga. Si consigo reducirla a tamaño "comment" os la cuento, pero mientras tanto, espero las de las vuestras. Joé, qué mujeres.
Nosotros (los hijos) éramos 4 y tendríamos entre 5 y 11 años. Teníamos un 4 latas en el que mis padres se sentaban delante y nosotros, por supuesto, detrás. Cabíamos perfectamente, a ninguno de nosotros se nos hubiera ocurrido que no íbamos cómodamente sentados en semejante espacio. Pero nos gustaban las ventanas, y nada más subirnos al coche empezábamos a dar la murga: que me toca a mi ventanilla, que tú fuiste la vez anterior, que eres una mentirosa, que tú me has pegado primero... La paciencia de mi padre tenía un límite y, como buen padre de los de entonces, no estaba acostumbrado a sus hijos. Así que paró el coche y en mitad de la carretera entre Moreda y Oyón nos invitó a 2 de nosotros a abandonar el vehículo. Nos bajamos (como buenos hijos de los de entonces, no cabía en nosotros la desobediencia) y allí nos quedamos: en medio del campo, como si fuera el páramo más desolado del mundo, viendo como el 4 latas de mi padre arrancaba y nos dejaban solos. Comenzamos a andar, seguramente siguiendo la misma dirección que llevábamos, como si andando pudiéramos en algún momento alcanzarlos. A los pocos pasos, vimos como el coche se volvía a detener y bajaban los otros 2 miembros del equipo. Al parecer, no iba a haber ventanilla para ninguno de nosotros. El equipo estaba reunido, pero éramos pequeños, de eso si que teníamos conciencia y estábamos solos, como unos pobres huérfanos abandonados en mitad del bosque... como el pobre Pulgarcito, vamos. Y aquí viene la gracia: unos metros más, unos segundos que a lo mejor vivimos como eternos y el coche volvió a pararse por tercera vez. Esta vez la que bajaba del coche era mi madre, a ella también la había echado.
Todos los padres de ahora sabemos que jamás de los jamases debemos mostrarnos en desacuerdo delante de los hijos, que es normal tener distintos criterios sobre al educación de nuestros hijos, pero que nuestras diferencias deberán ser resueltas en privado porque las órdenes contradictorias entre nosotros pueden generar traumas de por vida en nuestros hijos y, seguramente, una personalidad confusa que ya no haya dios que la arregle así el hijo viva 100 años. Como si los niños fueran tontos, la verdad, como si no pillaran ni una. Pero mi madre, como no sabía nada de pedagogos y pensaba que los sicólogos eran para cuando te encerraban en el manicomio, hizo lo que le dictaba su instinto: discutir con mi padre y ponerse en contra de lo que le parecía una estupidez y un crueldad. Y allí que salio ella toda contenta del coche. Y nosotros... ni te cuento. Nos volvíamos los 5 andando hacia casa cuando al rato apareció el coche de mi padre. Nos volvimos a subir todos al coche y seguimos el camino hacia Logroño. Superformales, por cierto, que no estaba el horno para bollos.
Mi madre nos dejó el listón de madre demasiado alto. Nos hacía reírnos hasta desternillarnos porque sabía imitar muy bien y nos daba los azotes sin premeditación, sin sicología: un azote y marchando. Dice ahora que éramos muy buenos, pero yo recuerdo escucharle muchas veces "la de años de vida que me vais a quitar". Y estoy segura de que es cierto, de que ella era muy joven y nos dedicó todos aquellos años, como hacían las madres de entonces, sin guardarse nada para ellas, sin pensar siquiera en que ella también podría necesitar algo. Qué valor, y ahora nos quejamos de que no saben que es lo que quieren. Probablemente que las entendamos un poco, que nos bajemos de nuestros vehículos de vez en cuando y las recojamos. De entre sus páramos.
Eso si que es un sofá. Yo tengo un sofá pero mi sofá está vacío. Mi sofá no es de diseño pero es de los de siempre, de esos de madera que nunca se rompen y en los que te lanzas sin miedo al desastre. Mi sofá no es de diseño pero es muy útil y además consigo estirarme cuando no hay nadie. Mi sofá está ahí, no se mueve porque es muy pesado y además es muy sufrido porque no dice nada. Yo tengo un sofá por el que emprendo guerras, filio paternas, diarias. Mi sofá va a cuatro patas para no arrastrar la barriga. Yo tengo un sofá que no es naranja ni tiene un color guay porque es un color natural. Mi sofá tiene todo lo que tiene cualquier sofá pero viene sin chica. La historia del sofá se remonta al origen de la creación pero la del mio sólo a una década. A mí, de pequeño, siempre me enseñaron a dejar sitio a los mayores pero las cosas han cambiado , supongo que toda la vida continuaré siendo hijo y me tocará ceder el asiento. Pero, insisto, mi sofá venía sin chica
Sabemos que madre no hay más que una. Sabemos que existe el amor de madre, y el enmadramiento.El plánchame, lávame. Hazme la cama, la comida.. Que sufridas son las madres y que incomprendidas son las mujeres. Joder faq eres un impresentable
Si seré buena que os iba a poner el underground del Gabinete (en la gramola gris que es la MIA, que la otra es de EL) y os he puesto una de U2... Pa todos.
Menos mal que se me ha arreglado la comunicación con Rosiclé: Perdonad los emails enviados pidiendo socorro. Diez días sin poder entrar me han parecido una eternidad, es como perder el cordón umbilical... y ya sabemos que madre no hay más que una. Aunque sea fuera de lugar, felicidades a todas las madres... y que no me falle Rosicle. ¡AH! Y que mejore el tiempo de una vez, que no tiene gracia ir a Labraza y quedarse todo el día y toda la noche sin poder pasear.
Mea culpa, Liajos. El enlace de Labraza a Rosiclé no era el correcto. Ahora todo parece estar bien y también me parece bien que comuniquéis aquello que no funciona.
Os pongo el enlace aquí , que mira que sois vagos, coño:
Para los que seáis más vagos todavía, os entresaco las frases:
EN LA SALA de espera del dentista... Pillo una revista. Dejo a un lado las de salud, que me ponen literalmente enferma, y me decido por la única que puede llenar este vacío: Cosmopolitan.
"Tu chico", una expresión que me parece intolerable cuando la dice gente de mi generación. Soy muy activa en esa intolerancia. Si un conocido me pregunta por "mi chico", le digo inmediatamente: "¿Te refieres a mi hijo?", porque llamar "chico" a un marido que ha traspasado la dramática barrera de los 50 me parece ¡patético! ¡Quitémonos la careta del juvenilismo!
Bueno, yo seguiría porque lo de la vieja también está muy bien. No tenemos remedio.
Parece que mejora el tiempo y podremos salir a pasear, coger caracoles y buscar setas...por lo de tanta lluvia. Lo que no veo claro es lo de la Exposición de Pío Baroja en Viana: Dice mi hermana que no hay conferencia por la tarde del día 11. O sea que no hace falta pedir permiso en el trabajo para llegar a la conferencia. A ver si alguien sabe cómo queda lo de Pío Baroja. Y si alguien puede conseguir el librito que habla sobre Labraza que me diga cómo conseguirlo... Ya veo que pido más que un fraile. A ver si tenenmos buen tiempo el fin de semana y se pueden hacer algunas fotografías para participar en el concurso ese de primavera... si es que no es demasiado tarde.
Yo recuerdo una anécdota de mi madre que con el tiempo me hace quererla más y más, lo que pasa es que me pongo a contarla y me sale superlarga. Si consigo reducirla a tamaño "comment" os la cuento, pero mientras tanto, espero las de las vuestras. Joé, qué mujeres.
ResponderEliminarNada, que no hay forma de acortarla :-)
ResponderEliminarNosotros (los hijos) éramos 4 y tendríamos entre 5 y 11 años. Teníamos un 4 latas en el que mis padres se sentaban delante y nosotros, por supuesto, detrás. Cabíamos perfectamente, a ninguno de nosotros se nos hubiera ocurrido que no íbamos cómodamente sentados en semejante espacio. Pero nos gustaban las ventanas, y nada más subirnos al coche empezábamos a dar la murga: que me toca a mi ventanilla, que tú fuiste la vez anterior, que eres una mentirosa, que tú me has pegado primero... La paciencia de mi padre tenía un límite y, como buen padre de los de entonces, no estaba acostumbrado a sus hijos. Así que paró el coche y en mitad de la carretera entre Moreda y Oyón nos invitó a 2 de nosotros a abandonar el vehículo. Nos bajamos (como buenos hijos de los de entonces, no cabía en nosotros la desobediencia) y allí nos quedamos: en medio del campo, como si fuera el páramo más desolado del mundo, viendo como el 4 latas de mi padre arrancaba y nos dejaban solos. Comenzamos a andar, seguramente siguiendo la misma dirección que llevábamos, como si andando pudiéramos en algún momento alcanzarlos. A los pocos pasos, vimos como el coche se volvía a detener y bajaban los otros 2 miembros del equipo. Al parecer, no iba a haber ventanilla para ninguno de nosotros. El equipo estaba reunido, pero éramos pequeños, de eso si que teníamos conciencia y estábamos solos, como unos pobres huérfanos abandonados en mitad del bosque... como el pobre Pulgarcito, vamos. Y aquí viene la gracia: unos metros más, unos segundos que a lo mejor vivimos como eternos y el coche volvió a pararse por tercera vez. Esta vez la que bajaba del coche era mi madre, a ella también la había echado.
Todos los padres de ahora sabemos que jamás de los jamases debemos mostrarnos en desacuerdo delante de los hijos, que es normal tener distintos criterios sobre al educación de nuestros hijos, pero que nuestras diferencias deberán ser resueltas en privado porque las órdenes contradictorias entre nosotros pueden generar traumas de por vida en nuestros hijos y, seguramente, una personalidad confusa que ya no haya dios que la arregle así el hijo viva 100 años. Como si los niños fueran tontos, la verdad, como si no pillaran ni una. Pero mi madre, como no sabía nada de pedagogos y pensaba que los sicólogos eran para cuando te encerraban en el manicomio, hizo lo que le dictaba su instinto: discutir con mi padre y ponerse en contra de lo que le parecía una estupidez y un crueldad. Y allí que salio ella toda contenta del coche. Y nosotros... ni te cuento. Nos volvíamos los 5 andando hacia casa cuando al rato apareció el coche de mi padre. Nos volvimos a subir todos al coche y seguimos el camino hacia Logroño. Superformales, por cierto, que no estaba el horno para bollos.
Mi madre nos dejó el listón de madre demasiado alto. Nos hacía reírnos hasta desternillarnos porque sabía imitar muy bien y nos daba los azotes sin premeditación, sin sicología: un azote y marchando. Dice ahora que éramos muy buenos, pero yo recuerdo escucharle muchas veces "la de años de vida que me vais a quitar". Y estoy segura de que es cierto, de que ella era muy joven y nos dedicó todos aquellos años, como hacían las madres de entonces, sin guardarse nada para ellas, sin pensar siquiera en que ella también podría necesitar algo. Qué valor, y ahora nos quejamos de que no saben que es lo que quieren. Probablemente que las entendamos un poco, que nos bajemos de nuestros vehículos de vez en cuando y las recojamos. De entre sus páramos.
Pa madres las de uno.
Eso si que es un sofá. Yo tengo un sofá pero mi sofá está vacío. Mi sofá no es de diseño pero es de los de siempre, de esos de madera que nunca se rompen y en los que te lanzas sin miedo al desastre. Mi sofá no es de diseño pero es muy útil y además consigo estirarme cuando no hay nadie. Mi sofá está ahí, no se mueve porque es muy pesado y además es muy sufrido porque no dice nada. Yo tengo un sofá por el que emprendo guerras, filio paternas, diarias. Mi sofá va a cuatro patas para no arrastrar la barriga. Yo tengo un sofá que no es naranja ni tiene un color guay porque es un color natural. Mi sofá tiene todo lo que tiene cualquier sofá pero viene sin chica. La historia del sofá se remonta al origen de la creación pero la del mio sólo a una década. A mí, de pequeño, siempre me enseñaron a dejar sitio a los mayores pero las cosas han cambiado , supongo que toda la vida continuaré siendo hijo y me tocará ceder el asiento.
ResponderEliminarPero, insisto, mi sofá venía sin chica
Sabemos que madre no hay más que una. Sabemos que existe el amor de madre, y el enmadramiento.El plánchame, lávame. Hazme la cama, la comida.. Que sufridas son las madres y que incomprendidas son las mujeres.
ResponderEliminarJoder faq eres un impresentable
además, FAQ!.... es su sofá :-)
ResponderEliminarFaq, cielo, tienes razón: para guapo tú y tu sofá. Pero que nos falta la foto.
ResponderEliminarSi seré buena que os iba a poner el underground del Gabinete (en la gramola gris que es la MIA, que la otra es de EL) y os he puesto una de U2... Pa todos.
ResponderEliminarVaya, que me parece que son los Simple Minds. A mi, me sacas del Gabinete y ya los mezclo a todos.
ResponderEliminarMenos mal que se me ha arreglado la comunicación con Rosiclé: Perdonad los emails enviados pidiendo socorro.
ResponderEliminarDiez días sin poder entrar me han parecido una eternidad, es como perder el cordón umbilical... y ya sabemos que madre no hay más que una. Aunque sea fuera de lugar, felicidades a todas las madres... y que no me falle Rosicle.
¡AH! Y que mejore el tiempo de una vez, que no tiene gracia ir a Labraza y quedarse todo el día y toda la noche sin poder pasear.
Mea culpa, Liajos. El enlace de Labraza a Rosiclé no era el correcto. Ahora todo parece estar bien y también me parece bien que comuniquéis aquello que no funciona.
ResponderEliminarFaltaría más. No te fastidia!
ResponderEliminarconyo ya no está la chica del sofá. Claro todo el día en el sofá cansa, la echaremos de menos
ResponderEliminarUy, la chica ha desaparecido del sofá :-)
ResponderEliminarHablando de "chicas", mejor te lees el articulo de la Elvira Lindo de el domingo.
Os pongo el enlace aquí , que mira que sois vagos, coño:
ResponderEliminarPara los que seáis más vagos todavía, os entresaco las frases:
EN LA SALA de espera del dentista... Pillo una revista. Dejo a un lado las de salud, que me ponen literalmente enferma, y me decido por la única que puede llenar este vacío: Cosmopolitan.
"Tu chico", una expresión que me parece intolerable cuando la dice gente de mi generación. Soy muy activa en esa intolerancia. Si un conocido me pregunta por "mi chico", le digo inmediatamente: "¿Te refieres a mi hijo?", porque llamar "chico" a un marido que ha traspasado la dramática barrera de los 50 me parece ¡patético! ¡Quitémonos la careta del juvenilismo!
Bueno, yo seguiría porque lo de la vieja también está muy bien. No tenemos remedio.
Parece que mejora el tiempo y podremos salir a pasear, coger caracoles y buscar setas...por lo de tanta lluvia.
ResponderEliminarLo que no veo claro es lo de la Exposición de Pío Baroja en Viana: Dice mi hermana que no hay conferencia por la tarde del día 11. O sea que no hace falta pedir permiso en el trabajo para llegar a la conferencia.
A ver si alguien sabe cómo queda lo de Pío Baroja. Y si alguien puede conseguir el librito que habla sobre Labraza que me diga cómo conseguirlo...
Ya veo que pido más que un fraile.
A ver si tenenmos buen tiempo el fin de semana y se pueden hacer algunas fotografías para participar en el concurso ese de primavera... si es que no es demasiado tarde.