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domingo, 31 de agosto de 2008

FUEEEGO! DÓNDE?


Hacía más de media hora que habíamos cruzado la medianoche. Yo apuraba mi gin-tonic mientras manteníamos una de esas conversaciones que parecen arreglar el mundo en un "tris". Alguien miraba de reojo la postura de Joshua apoyado en la barra del bar. Ya sabéis esa postura que todos conocemos y que nos indica que hay que abandonar la nave cuanto antes mejor.
Fuego, fuego... grito ella mientras nosotros nos levantábamos de las sillas como accionados a distancia. Ella le hizo algún comentario sobre fuego, coche y no se que más que le hizo cambiar el semblante.
Guiados por el olor a hierba, mala hierba, llegamos al lugar del suceso justo detrás de la campiña en la muralla del amanecer dónde antaño se ubicaba el vertedero. El lugar estaba envuelto en llamas y el humo tapaba aún más la noche cerrada. Una hilera de personas contemplaba desde la muralla el hipnotizador espectáculo que el fuego representa. Zanahoria tirando manguera y "Charly" en el tajo intentaban controlar la situación. Después se fueron añadiendo Iturriaga, Tasio, Miguel, Mary Carmen.... Todo eso mientras la mayoría mirábamos desde lo alto de la muralla. Se presentó una pareja, no de guardias civiles, para cerciorarse de la magnitud del suceso y ante semejante incendio se decidió llamar a los bomberos para que abortasen su misión.
Pues nada, que todo lo acontecido desencadenó conversaciones muy interesantes y nos dieron las dos y las tres y bla, bla, bla.

En boca de todos

Otro de los acontecimientos del verano, que yo más recuerde, fue una conversación de esas que nos traemos en el bar de Josua los que ya no salimos a todas las fiestas de los pueblos (si no es para llevar o recoger a algún hijo, claro). Alguien decía que esto de los pueblos era así: que se habla, que todos estamos en boca de todos y que puedes llegar a sentir que careces de la más mínima intimidad. El "estar en boca de todos", se matizaba, no tenía porqué ser para hablar mal de la gente, pero se entendía que tampoco podía ser nada muy bueno. Yo insistía en que no, en que quizá eso pasaba en pueblos más grandes, con gente más desocupada o variopinta o dónde los problemas de subsistencia no fueran tan apremiantes, pero que no era el caso de Labraza, que no recordaba haberme sentido agobiada en mi juventud por lo que en el pueblo pudiera hablarse o dejar de hablarse de mi. Hablaba de mi juventud, claro, porque daba por hecho que es esa la etapa dónde ese tipo de intimidad puede resultar más necesaria y porque, en el fondo, me niego a aceptar que las habladurías puedan condicionar la vida de las personas adultas, ya de por sí tan complicada :-) No sé que pensáis vosotros. La gente, también en los pueblos, ha tenido que seguir viviendo e, inevitablemente, hasta el más cotilla se ha encontrado con una hija o hijo separado, casado con otro separado o directamente drogadicto él mismo (por exagerar). Como en las ciudades, como en todos los sitios. Quiero decir: que no entiendo a que viene ese sambenito de los pueblos y que, probablemente, responda a otra época, otro tiempo que ya no es este tiempo. O no necesariamente.

Otro día hablaremos del poder, que también fue bueno :-)

Oye, faq, ponme una foto que luego dicen que meto unas chapas que ni el mismísimo jesucristo.

martes, 26 de agosto de 2008

Nuestro cura polaco

Uno de los acontecimientos destacables que tuvimos este verano fue "el cura polaco que nos llegó del hielo" ¿O era Cielo? Algunos se lo perdieron (por irse a sitios como Sicilia, por ejemplo) y no van a entender muy bien a qué viene tanto entusiasmo, pero...

Mario es un cura de esos jóvenes y simpáticos, llenos de fuerza e inteligencia que acaban contagiando al más pintado. "Ya lo trabajaremos" decía cuando le explicabas que, en tu opinión, la gente joven había dejado de encontrar interesante eso de la Iglesia... Mario se pasó por nuestro txamizo, se acercó a nuestras fiestas paganas, se aprendió nuestros nombres y quien era el cuñado de quien, el hermano, la hija o el hijo... se interesó por nosotros. Llevó con buen humor nuestras bromas y hasta se rió cuando a punto estuvo de caerse por las escaleras del altar. A mi me recordaba a Don Félix, por supuesto, cuando llegó con ventipocos años y se convirtió en un amigo al que siempre preferíamos tener cerca.

No nos lo quedaremos: le han asignado otras parroquias cerca de Vitoria (creo) y le deseamos que el Señor le conceda todo lo que pidió el día que, si señor, consiguió que fuéramos a misa. Juan Pablo II fue actor en su juventud, no? Pues Mario leyó la poesía, o la oración, como si todos los polacos hubieran nacido con dotes para el escenario. Nos pareció preciosa.


¿Me lo concedes, Señor?
Por P. Javier Leoz

Un deseo para mi vida:
creer sin desfallecer
Un deseo para mi gente:
que te quieran como yo te quiero
Un deseo para mis enemigos:
que podamos darnos la mano
¿Me lo concedes, Señor?

Un deseo para mi cuerpo,
que sea fuerte y con mi voz
y mi garganta, con mi corazón y mis manos
con mis pies y todo mi ser…
te pueda seguir dando gloria.
¿Me lo concedes, Señor?

Un deseo para mi alma,
que el maligno no habite en ella
Un deseo para mis días,
que no busque lo que no me corresponda
Un deseo para mi Iglesia,
que nunca se canse de mirar hacia Ti
Un deseo para mis ojos,
que sepan descubrirte en todo y sobre todo
¿Me lo concedes, Señor?

Un deseo para mi pobre oración,
que sea sincera y no interesada
Un deseo para mi caridad,
que sea grande y no una farsa
Un deseo para mi esperanza,
que espere y nunca te deje de lado
¿Me lo concedes, Señor?
IR CABECERA